Los mosaicos que nos dejan como herencia la Antigua Roma nos aportan mucha información interesante sobre los alimentos que se podían servir en una cena de cierta categoría: Abundan pescados, mariscos y moluscos, así como las carnes, huesos de pollo y huevos, además de frutas y frutos secos.

En las casas de la Antigua Roma a menudo se representa este motivo alimenticio en los mosaicos del pavimento, haciendo alegoría a la creencia entorno a la superstición sobre el “comedor sin barrer”.
Los restos de comida son representados con gran realismo en los suelos de los comedores.
SUPERSTICIONES EN TORNO A LA COMIDA. El Suelo sin barrer o ASÀROTOS OIKOS
Conviene saber que en la Roma primitiva los difuntos familiares se sepultaban bajo el suelo de las cabañas y que la presencia de estos se consideraba permanente en la casa.
Por ello todo alimento que toca tierra se pone automáticamente en contacto con el reino de los muertos. Se considera tabú, incluidas las hojas y hierbas que sirven para hacer infusiones medicinales. Fue una creencia muy extendida y no se podía recoger el alimento que había caído de la mesa al suelo y volverlo a poner en la mesa. Si caía al suelo, automáticamente formaba parte del mundo subterráneo de los difuntos, por lo que debía dejarse ahí y, posteriormente, cuando fuese recogido por los esclavos en el momento oportuno, sería quemado como ofrenda.

Detalle del mosaico con motivo suelo sin barrer, Aquilea, Italia
El ritual sagrado se mantuvo en los banquetes y formó parte de una codificación cultural que recordaba la religiosidad de los primeros tiempos. Sin embargo, el significado religioso primordial fue olvidándose y buena parte del comportamiento codificado o ritualizado se convirtió en pura superstición mezclada con creencias populares.